miércoles, 28 de septiembre de 2022

"As Bestas" y "Argentina 1985" mantienen el gran nivel del Festival de San Sebastián

Un gran día el que hemos vivido en el Festival de San Sebastián con la presentación de dos títulos a seguir: "As bestas" de Rodrigo Sorogoyen y "Argentina 1985" de Santiago Mitre. Completan el día "El suplente" de Diego Lerman, "Fuego" de Claire Denis y "R.M.N" de Cristian Mungiu.


Empezamos en el Teatro Victoria Eugenia con la película "El suplente" dirigida por el argentino Diego Lerman. Su más que notable película anterior "Una Especia de Familia" (2017), nos llevaba a un viaje incierto, lleno de encrucijadas, obstáculos legales y morales de una doctora de 38 años (Barbara Lennie) para un bebe comprado que está a punto de nacer. En esta ocasión Lucio es profesor en la carrera de Letras de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires. La vida académica, sin embargo, ya no lo motiva: quiere llevar su conocimiento donde pueda hacer una diferencia como enseñar literatura en un barrio de la periferia de una zona marginal del conurbano bonaerense. Lucio deberá apelar a todo su ingenio para sacar adelante sus clases y, al mismo tiempo, cruzará todo tipo de límites morales y prejuicios sociales para intentar salvar a Dylan, su alumno favorito, quien es perseguido por un grupo narco en busca de venganza.

Además tiene que lidiar con la apatía de sus alumnos bostezando en clase. Un Lucio que viene del mundo académico y cree que la poesía está en la literatura. Por eso lee a sus alumnos a Juan Gelman y les enseña la estructura para escribir un relato negro. Sin embargo, tiene el inconveniente de ser el suplente de El Chileno, un buen profesor que dejó huella.


Como en "El Club de los Poetas Muertos", "La Clase", "Rebelión en las Aulas", "El Buen Maestro" o "La Profesora de Historia", nos encontramos con un profesor que no sabe gestionar las relaciones con los adolescentes, al igual que con su hija. Y Lerman nos lo muestra con numerosos planos de espejos, reflejos o cristales que sitúa delante de la cámara y a través de los cuales, vemos una imagen distorsionada de un personaje que debe ganarse el respeto. Y aunque no acaba de terminar algunas subtramas, un universo con matices a veces hiperreales, con sombras, mejorable, pero es lo suficientemente inteligente como para mostrar una buena pintura de la sociedad actual.

Lerman nos habló del rodaje, la experiencia de trabajar con estudiantes y profesores de verdad, en la preocupación de no desentonar, en los claustros, las clases y los pasillos ante la cámara. Habló de la fascinación ante esos naturales y la de ellos ante el misterio de la interpretación y el acto de filmar, de rodar, y sobre todo el recorrido de vida que atraviesa su personaje, de cómo la educación se convierte sobre todo en barrios muy precarizados en un instrumento de contención social. De cómo el narcotráfico va penetrando en las escuelas y como ese espacio que pertenece a la palabra, la lectura acaba invadiendo por las armas de las fuerzas del orden y por la trama policiaca de la historia, y el acercamiento a la comunidad educativa, en el que confluyen múltiples relatos.

En cuanto a las interpretaciones, Juan Minujin pone el cuerpo mucho más allá de los contenidos que imparten, es convincente. Alfredo Castro, el actor que interpreta al padre, daba una buena explicación de lo que significa esta película: "Me interesó mucho la cantidad de relatos que incluye, pero creo que todo ello tiene un nexo en común, es que, como dice mi personaje, nadie se salva solo, Quizás es el momento de romper con él y volver a lo plural."  También para Castro la línea que mantiene la película entre lo documental y la ficción es muy estrecha y eso le parece algo hermoso. Completan el reparto Renata Lerman, la hija del director, que interpreta muy convincentemente su personaje, y Barbara Lennie, que me parece que está desaprovechada en su papel.


Quizás deberíamos volver al principio, ante la pregunta de ¿para qué sirve la literatura? Para nada. Es la respuesta del adolescente Dylan a su profesor cuando este le lanza la pregunta a sus alumnos. Y el maestro le da la razón porque la literatura no resulta necesaria para lo práctico, o para respirar, o para ganarnos la vida ni para sobrevivir. Mucho menos en los barrios marginales de los suburbios de Buenos Aires, con un día a día marcado por la delincuencia y las drogas. Y eso nos lleva al final de los 118 minutos de metraje que ante la pregunta de para qué sirve el alma, esos alumnos que hemos visto en su desarrollo, se implican mucho más a la hora de buscar respuestas que se antojan también aplicables la pregunta inicial.
 
Seguimos con la rumana "R.M.N" que nos lleva a unos días antes de Navidad. Matthias vuelve a su pueblo natal, una localidad multiétnica de Transilvania, tras dejar su trabajo en Alemania. Está preocupado por su hijo, Rudi, que ha crecido sin él, y por su padre, Otto, que se había quedado solo, y desea volver a ver a Csilla, con su exnovia. Trata de implicarse más en la educación del niño, que ha pasado demasiado tiempo a cargo de su madre, Ana, y quiere ayudarle a superar sus miedos irracionales. Cuando la fábrica que Csilla dirige decide contratar a empleados extranjeros, la paz de esta pequeña comunidad se verá perturbada y las inquietudes afectarán también a los adultos. Las frustraciones, los conflictos y las pasiones volverán a aflorar, rompiendo la paz aparente de la comunidad.
 
Su director Cristian Mungiu maravilló en el 2007 con "4 meses. 3 semanas, 2 días", ganó la Palma de Oro de Cannes, y nos siguió deslumbrando con "Más allá de las colinas" y "Los exámenes". Es seguramente el director más importante de la ola de directores rumanos que surgieron a principios de siglo. Se toma su tiempo entre proyectos . Y en esta no se le ha olvidado ser intenso en su exposición de unos hechos donde el egoísmo, el miedo, la violencia y la falta de respeto están narrados de una forma muy directa. 


Unas maravillosas escenas como la asamblea del pueblo, el mantener el interés desde la trama central y las secundarias, esa angustia que se va cociendo poco a poco, con sus dos horas de metraje que va dejando al espectador que tome sus propias conclusiones. Como a modo de western y con planos largos, lentos, que necesitan paciencia, con una escasa banda sonora, con colores gélidos, abundancia de negros, azules, blancos, y con bellísimos planos de los paisajes de Transilvania. Mungiu no nos habla de la Rumanía actual, son conflictos que podrían ocurrir en cualquier otro lugar. Esa degradación moral que define a las sociedades. Podemos decir que "R.M.N." es su película más social donde el conflicto que se narra en ella es el típico enfrentamiento entre el grupo y el individuo, aquel que acontece cuando nos dejamos arrastrar por las corrientes de opinión mayoritarias y terminamos por diluir en ellas nuestros principios y nuestros valores. La democracia debe basarse en saber defender nuestras convicciones sin despreciar a quien no piensa como tú.

Mungiu contó que resulta algo inevitable cuando quieres hacer una foto que refleje el estado del mundo. Al final todo es cuestión de matices. Somos seres racionales pero, en ocasiones, no bastan ni las mejores intenciones para actuar correctamente. En situaciones críticas es fácil que emerjan nuestros peores instintos, nuestro lado más irracional. Habló de que sus personajes son complejos, que el cine debe reflejar esa complejidad que existe en el mundo. No tiene ningún sentido ofrecer al espectador soluciones fáciles o que esté todo mascado, de ahí mi intento por estimular un sentido crítico en el espectador confrontado con realidades incómodas y personajes con caras distintas.

"R.M.N." tiene una fuerza contundente, con un eje dramático y emocional excelente. Un filme de una espinosa y a la vez maravillosa complejidad.


Y llegamos a la esperada "Argentina 1985" de Santiago Mitre que se presentó en la sección Perlas. Está inspirada en la historia real de Julio Strassera, Luis Moreno Ocampo y su joven equipo jurídico que se atrevieron a acusar, contra viento y marea, a contrarreloj y bajo constante amenaza, a la más sangrienta dictadura militar argentina. Una batalla de David contra Goliat, con los héroes menos esperados.

Su director Santiago Mitre ya en sus anteriores películas "Pequeña Flor", "La Cordillera", "Paulina", "Los Posibles" o "Los estudiantes" plantea dilemas y preguntas sobre el poder, la política, las relaciones y la familia. Ahora no narra el Juicio a las Juntas que tuvo algunas representaciones documentales-la última fue "oficial", producida por Canal Encuentro-, pero esta parte de la dictadura, es decir su tramitación bajo las reglas democráticas, no había sido abordada por la ficción. Podríamos definirla como no burocrática, es decir, que se dedica a ficcionalizar los dilemas técnicos y técnico-políticos del juicio que en buena medida diseñaron especialistas en Derecho con una reconstrucción histórica rigurosa. Y todo ello a pesar de la resistencia de muchos de los funcionarios de Alfonsín y del desinterés de buena parte de la sociedad y de un fiscal no demasiado interesado.

Y entra en escena un fiscal, Julio Cesar Strassera, (enorme Ricardo Darín) que lidera con mano firme, muy convincente y humana, la acusación más importante de la historia reciente de Argentina. En sus 144 minutos de duración, la recreación de testimonios de víctimas que se presentan ante el tribunal, es de un impacto emocional muy alto, y el acierto y la decisión de la película de volver a 1985 sin una mirada sobre el devenir del juicio y sus figuras pueden ser leídas como una elección por un relato riguroso, cronológico al más mínimo detalle, que nos va sobrecogiendo. Ese diálogo delicado sobre cómo el juicio se mostró y no se mostró en esa época, las imágenes de los militares en el banquillo, una ventana abierta de cómo se muestra el poder cuando es juzgado.


Nos hace ver cómo fue y cómo funcionaba esa justicia de la post dictadura que era una justicia con mucha gente que había sido parte de esa misma justicia, con muchas suspicacias y muchos recelos con el juicio, como si no quisieran o temieran que se hiciera. Está magníficamente retratada la imagen de Darin, un viejo abogado que le toca esa tarea, para nada cómoda, y tiene que apoyarse en un equipo de jóvenes (que para mí es una de las imágenes mas potentes en términos cinematográficos) para poder encauzar una película que se enraizaba en una tradición del cine clásico, y todo ello contado con mucho respeto. Ese mensaje que se le esta dando a la sociedad actual y cómo se reconstruye un país tras una dictadura tan cruel.
 
Una película necesaria que debería ser vista por todo el ámbito educativo para que las nuevas generaciones reconozcan lo sucedido en ese fragmento oscuro y siniestro de la historia de un país con un caudal histórico y emocional sublime. Y lo más importante, el discurso del alegato final con aplausos en la pantalla y en el patio de butacas. Esos momentos únicos de emociones. Y una frase "Nunca más" que va camino de convertirse en unas de las películas de este año.

En el Teatro Principal se presenta la película francesa "Fuego"  con Juliette Binoche y Vicent Lindon. Cuando se conocieron, Sara vivía con François, el mejor amigo de Jean. Ahora, Jean y Sara se quieren y viven juntos desde hace 10 años. Un día, Sara ve a François por la calle. Él no se da cuenta, pero a ella le invade la sensación de que su vida podría cambiar repentinamente. Al mismo tiempo, François retoma el contacto con Jean por primera vez en años y le propone volver a trabajar juntos. A partir de aquí, todos perderán el control.


Claire Denis, su directora, lleva muchos años con sus pasiones y odios desde que a finales de los años 80 empezó a filmar. Hay cosas en la película que no me terminan de convencer, ciertas subtramas y decisiones narrativas que tampoco juegan a favor de la historia, situaciones que me impiden conectar con ellos, y lo que siente Sara hacia él. Y no me creo lo que sucede en la pantalla, como todo es artificial, esos gritos, esa teatralidad, esas discusiones que parecen no tener fin, y sobre todo, que con 15 o veinte minutos menos de gritos hubiera estado mejor. Solo se limitan a mostrar con toda crudeza y detalle el comportamiento de una mujer poseída por el deseo, atormentada por sus sentimientos, todos ellos contradictorios, esa confusión que a los espectadores nos cuenta entender.

Por último, en la sección Perlas, nos llega lo último de Rodrigo Sorogoyen, "As bestas". Antoine y Olga son una pareja francesa que se instaló hace tiempo en una aldea del interior de Galicia. Allí llevan una vida tranquila, aunque su convivencia con los lugareños no es tan idílica como desearían. Un conflicto con sus vecinos, los hermanos Anta, hará que la tensión crezca en la aldea hasta alcanzar un punto de no retorno.

Sorogoyen e Isabel Peña llevan formando tándem creativo desde la la primera película del cineasta "Stockholm", que supuso una autentica revelación. En "As bestas" llevan trabajando desde el 2015 y al principio se planteó como una historia de confrontación con un componente de tragedia. Finalmente, como comentó Rodrigo, "según fuimos conviviendo con la película, descubrimos que de lo que realmente estábamos hablando era de la violencia como una construcción masculina y nos sedujo mucho esa idea". La estructura se fue definiendo en términos estéticos, pero al final escribir consiste en eso, en ir trazando una evolución que termina por conducir al verdadero tema.


El mayor acierto es que nos narra un conflicto que representa el clásico enfrentamiento entre el atavismo y la civilización que nos recuerda a películas como "Perros de Paja", o clásicos del western. El estilo visual te lo da la historia y ésta demanda un tipo de paisajes. Igual ese tono que tiene la historia viene dado por estar ambientada en el campo, un lugar que inspira sosiego, lentitud. Toda la segunda parte del metraje está guiada por una mirada mucho menos furiosa y más moderna, la del personaje de Olga, de ahí que el estilo visual sea otro.
 
Resaltar por encima de todo, la dirección de actores, cada uno de los cuales trabaja en un registro distinto sin que eso afecte el tono del relato. Un enorme Luis Zahera, está de GOYA. Una película enorme, de madurez, muy tensa, de violencia contenida. Alguien comentará que no le gusta la segunda parte pero es lo suficientemente robusta para entender la parte anterior y sobre todo nos cuenta una estremecedora historia de amor, junto con un estupendo thriller psicológico muy inquietante. 


Sorogoyen ha llegado a la madurez. Y nos hace comprender la España Negra y profunda. No se puede terminar mejor un sábado de Festival en Donostia.

José Antonio Díaz

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