La Semana internacional de cine de autor de Valladolid, más conocida como Seminci, ha comunicado el palmarés que ha premiado a la india "Last film show" de Pan Nalin con la Espiga de Oro. Un film que homenajea al cine a través de un niño que vive con pasión las películas desde la cabina de proyección. Este título nos recuerda a la mítica "Cinema Paradiso" aunque no alcanza el nivel de emoción y nostalgia de la película de Giuseppe Tornatore.
La película de Pan Nalin está basada en sus propios recuerdos, en cómo nació esa pasión por el cine. De hecho, el niño protagonista de la película es un pastor que no había tenido acceso a la gran pantalla. Para el director eso era importante si quería alcanzar en el personaje el nivel de ilusión de cada descubrimiento. Pan Nalin utiliza la fábula como vía de expresión y esta decisión le permite desmarcarse de los aspectos más dramáticos y oscuros del relato como, por ejemplo, el entorno de pobreza y maltrato que rodea al protagonista.
Todo ese "buenrollismo" permite catalogar el film como apto para todos los públicos y convertir la historia en una película para toda la familia. Y no es negativa esa visión pero me cuesta encontrar el toque de autor que caracteriza a este Festival. En realidad, ya me sorprendía encontrarlo en la Sección oficial por lo que su victoria me sorprende aún más.
Me falta mucho riesgo. Es una película técnicamente impecable, muy bonita desde el punto de vista visual, pero sin nada original que aportar. Se espera mucho más de una Espiga de Oro en un festival de autor y más teniendo en cuenta los títulos tan potentes que teníamos este año: "Un héroe", "El contador de cartas" ó "La peor persona del mundo" entre otras.
Es lógico pensar que la presidenta del jurado de esta edición, la directora de origen indio Deepa Mehta, ha influído de forma notable en la decisión final. Además de su origen, su padre era distribuidor y propietario de varios cines por lo que "Last film show" ha conectado con los recuerdos y vivencias de la presidenta.
Se podría decir que este título indio nos ofrece una visión optimista y positiva de lo que el cine puede generar en un niño pero es algo tramposo intentar tapar con cierta toque caricaturesco los contratiempos y desprecios que el joven sufre por amar algo tan inofensivo como es el cine. O quizás no tenga nada de inofensivo un arte que te obliga y ayuda a pensar, a conocer otros mundos y otras visiones.
En un Festival como el de Valladolid hubiera agradecido otro tono y mensaje en la película triunfadora. Había suficientes argumentos para ensalzar otro título donde la calidad no se pelee con el mensaje y muestre cierto riesgo.
José Daniel Díaz
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