Icíar Bollaín en su décima película ha llevado a la gran pantalla un tema áspero, complicado, de evidente debate social y especialmente controvertido. Basado en hechos reales, "Maixabel" nos habla del encuentro que tuvo Maixabel Lasa, esposa del asesinado Juan María Jaúregui, con dos de los verdugos de su marido: Luis Carrasco e Iban Etxezarreta que pertenecían a la banda terrorista ETA. La directora acierta al plantear la película desde la perspectiva emocional e íntima de los protagonistas, excelentemente interpretados por Luis Tosar y Blanca Portillo.
Creo que es el momento de colocar a la directora Icíar Bollaín a la altura de los grandes realizadores de este país. Sus películas son garantías de calidad y talento. El año pasado con "La boda de Rosa" nos enganchó en una comedia que alentaba a quererse uno mismo. Poco antes nos había emocionado con "Yuli", el biopic del bailarín cubano cuya historia es símbolo de superación. Y podemos seguir recordando títulos hasta la antológica "Te doy mis ojos" que ponía el acento en el maltrato machista de manera tan cruda como real.
Precisamente Luis Tosar, protagonista de "Te doy mis ojos", repite con la directora en otro tema que sacude nuestra sociedad y cuyas heridas aún están muy abiertas. "Maixabel" pone voz a la mujer del gobernador civil de Guipuzcoa asesinado por ETA en el año 2000. Al frente de la Oficina de las víctimas hasta 2012, siempre ha condenado cualquier tipo de violencia.
La película no se plantea desde un punto de vista político, sino humano. Esa perspectiva permite plantear la historia desde los personajes y no desde las Instituciones o las ideologías. El daño producido por la organización terrorista es irreparable pero Maixabel siempre quiso entender el porqué de esa locura y qué llevó a ETA a seleccionar como objetivo a su marido. El encuentro con dos de sus verdugos le ayudó a responder preguntas y poder mirar al futuro.
"Maixabel" habla de arrepentimiento, culpa y redención. Asesinos arrepentidos que intentan calmar su conciencia pidiendo perdón y víctimas dispuestas a escuchar para poder seguir adelante. Icíar Bollaín elige una dirección sobria, llena de primeros planos muy largos, consciente de la pareja de actores que le acompañan. Tanto Blanca Portillo como Luis Tosar están soberbios y buena parte del éxito de la película es gracias a ellos.
Aunque la polémica está servida al plantear un tema tan delicado, el mensaje es claro y universal: La violencia no puede ser la solución. El odio solo destruye y esas vidas ya es imposible volver a reconstruirlas. Estos encuentros, que se ocultaron para darles la intimidad necesaria y evitar reacciones por la impopularidad de la propuesta, pudieron dar calma a personas que solo ellas sabían lo que sentían y necesitaban.
Resulta difícil opinar desde la distancia sobre la idoneidad de esta acción, pero Maixabel pudo afrontar el futuro de una manera más esperanzadora. Solo eso importa.
José Daniel Díaz
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