viernes, 12 de octubre de 2018

Crítica: "Viaje al cuarto de una madre"

En la sección "Nuevos Directores" del Festival de cine de San Sebastián se presentó la ópera prima de Celia Rico titulada "Viaje al cuarto de una madre", película estrenada el 5 de octubre interpretada por Lola Dueñas y Anna Castillo. Un sincero retrato familiar donde una madre y su hija se adaptan a la nueva etapa que deben afrontar juntas. 


La directora sevillana Celia Rico afronta su primer largometraje desde la mirada costumbrista y rutinaria de una madre y su hija. Ellas, Estrella (Lola Dueñas) y Leonor (Anna Castillo), se apoyan formando un núcleo familiar con una fuerte dosis de dependencia mutua. La joven Leonor siente la necesidad de encontrar nuevas oportunidades fuera de su pueblo, un lugar donde sólo puede aspirar a seguir la senda que ya ha recorrido su madre.

Toda su relación la descubrimos a través de un único escenario, el hogar que comparten. Consigue recrear con increíble exactitud una convivencia con la que es fácil sentirse identificado. Lola Dueñas vuelve a regalarnos una interpretación de máximo nivel, presentando a esa mujer luchadora y trabajadora que ha vivido para ofrecer a su hija las mayores oportunidades posibles. 


Si por algo destaca esta película es por la reafirmación y homenaje que desprende hacia el papel de la madre. Es un aplauso a la dedicación y al trabajo constante de estas mujeres que sacrificaron su felicidad por la de sus hijos. 

Y también, en cierta forma, es una declaración de intenciones. La continua necesidad de los hijos por retornar con amor y orgullo tanto sacrificio. Anna Castillo construye un personaje menos redondo que el de su compañera pero al que sabe aplicar buenas dosis de frescura y espontaneidad. No hay duda que lo mejor de "Viaje al cuarto de una madre" es la presentación de los personajes y el ritmo de la película que consigue salvar el peligro de ser excesivamente teatral.


Sin embargo, hay tanta verdad en lo que se cuenta que a veces olvida darle sentido cinematográfico. El punto de inflexión es tan sutil, que apenas nos damos cuenta. No hay giros ni una clara evolución de personajes. Parece que nos están contando un día a día cualquiera en cualquier casa española pero no llegamos a identificar por qué esta familia es más interesante que otra. Y si pretende ser una visión genérica, hay que remarcar el clímax o subir la emoción para llegar al corazón del espectador. El riesgo es asociarlo a un documental ficcionado que se queda a medias de todo.

Pese a sus defectos, nos encontramos ante un título muy recomendable donde será habitual que el espectador se sienta identificado con situaciones y actitudes. Un gran trabajo de todo el equipo que tiene prácticamente asegurada la nominación al Goya a mejor dirección novel y, por qué no, una posible y merecida nominación para Lola Dueñas. 

José Daniel Díaz

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