domingo, 21 de agosto de 2016

Crítica: "Peter y el dragón"

Nuevo remake de la factoría Disney que sigue apostando por retomar clásicos animados para convertirlos en películas de acción real. "Peter y el dragón" de David Lowery es una entretenida y emotiva historia que saca a relucir todas las virtudes de Disney gracias a una fantástica puesta en escena, un guión consistente y dinámico y unos efectos especiales precisos y bien administrados.



Como decía, las películas de acción real están tomando mucha fuerza en la productora de Mickey. Ya hemos visto pasar por nuestros cines otros títulos como "Cenicienta" y "El libro de la selva" y en 2017 llegará "La bella y la bestia". En todos los casos, la apuesta es aprovechar los avances tecnológicos actuales para reestrenar grandes títulos de éxito de la factoría que podrían vivir ahora una segunda juventud.

"Peter y el dragón" toma el relevo de la producción animada de 1977 que se tituló "Pedro y el dragón Elliot". El encargo le ha llegado a David Lowery, un director que alcanzó su mejor trabajo en el western indie "En un lugar sin ley", y que no deja de sorprender por cambiar tan drásticamente de género y estilo. De hecho tiene previsto estrenar en 2018 una nueva versión del clásico Peter Pan.


Hay que admitir que el trabajo del director americano es sutil y leal con el sello Disney. Consigue dotar de interés y entretenimiento un guión poco original que reclamaba una dosis elevada de dinamismo y emotividad. Esos aspectos los desarrolla sin moralina barata y sin buscar la lágrima fácil o la exageración de los momentos; uno de los defectos más habituales en este tipo de films.

Los efectos especiales son muy correctos y nada intrusivos. Elliot se muestra, y así se lo escuché a una niña a la salida de la proyección, como un "perro que se convierte en dragón". Lógicamente ésa no era la idea pero al querer dotar a este personaje de cierta sensibilidad, su rostro y sus acciones transmiten la imagen de un can verde con alas. No tiene por qué ser un defecto, de hecho era un camino sencillo para empatizar mejor con un animal tan grande y aparentemente peligroso.

El niño protagonista es Oakes Fegley, de 10 años, al que próximamente veremos en "Wonderstruck" de Todd Haynes compartiendo cartel con Julianne Moore y Michelle Williams. Buen trabajo el de este joven actor que aparece prácticamente en todas las escenas de la película y logra alcanzar las dotes dramáticas necesarias que exigía el papel.

Del resto de actores tenemos que quedarnos con el incombustible Robert Redford que a sus 80 años (cumplidos recientemente) sigue dando lecciones de interpretación. Pese a tener un papel secundario, con cada pequeño gesto nos regala un extenso ramillete de emociones.

Cine familiar, palomitero, que generará nostalgia y emoción en los padres e ilusión y diversión en los más jóvenes. Una más que atractiva opción veraniega que consigue llegarnos al corazón.

José Daniel Díaz

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