
En apenas cinco días (y no tres como reza el título) somos capaces de descubrir la evolución de tres personas necesitadas de afecto. Una madre abandonada, un hijo entre dos aguas y un fugitivo en busca de refugio son la base de un cúmulo de sentimientos que viajan a toda velocidad. Todos se necesitan y todos quieren necesitarse. Abandonan sus recuerdos y su pasado para embarcarse en el que podría ser su último barco.
En tan corto espacio de tiempo los dos personajes protagonistas, encarnados por Kate Winslet y Josh Brolin, viven lo que muchas parejas no llegan a disfrutar en una vida entera. Y no podemos evitar recordar la nostálgica "Los puentes de Madison" de Clint Eastwood, de la que Jason Reitman ha tenido que verse influenciado. También la relación del fugitivo y el niño nos traslada a otro título del mismo director, la nunca suficientemente valorada "Un mundo perfecto".

La soledad de los personajes marca las acciones de cada uno de ellos. El miedo a no encontrar a nadie, la falta de cariño, la inexistencia de metas u objetivos que alcanzar, los sueños perdidos y la tristeza como rutina definen sus vidas. Un cambio, brusco, pero cambio al fin y al cabo sirve de revulsivo para devolver la ilusión.
Infravalorada por parte de la crítica, nosotros alabamos la sencillez de la propuesta con mensajes directos. Grandes interpretaciones sólo oscurecidas por una cierta sensación de ya haber vivido esta historia. Su falta de originalidad puede ser su gran enemigo aunque una historia de amor bien contada siempre merece la pena revivirla una y otra vez.
José Daniel Díaz
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