domingo, 28 de julio de 2013

Crítica: "Lobezno inmortal"

Nuestros amigos de Sensacine celebraron su Community day de verano con el preestreno de la película "Lobezno inmortal", un esperado título que supone la sexta aparición del mítico mutante. Lobezno, siempre interpretado por el atractivo Hugh Jackman, se desplaza a Japón en esta historia donde la mortalidad y la inmortalidad se debaten a golpe de espada samurái.

X-Men se ha convertido en una de las sagas más prolíficas de la historia del cine. James Mangold se encarga de dirigir una nueva adaptación del cómic de Marvel avalado por películas de cierto lustre como "El tren de las 3:10", "En la cuerda floja" ó la poco valorada pero excepcional "Copland". Su objetivo se centra en el mundo de los superhéroes con la responsabilidad de sorprender y entretener con un personaje reincidente en la gran pantalla.


No se complica Mangold. Retoma la dirección clásica, la que busca mostrar más que demostrar y reflejar situaciones más que inventarlas a golpe de cámara. Por tanto, el atractivo esencial de la película debía llegar con el guión y, en ese sentido, trasladar la acción a Japón aporta un cambio interesante y radical en las aventuras de Lobezno. La ambientación, la cultura y las tradiciones son activos fundamentales que influyen notablemente en toda la trama.

En esta ocasión, Logan se enfrenta a un duro dilema. Su inmortalidad se está convirtiendo en un lastre, sobre todo para alguien al que no le queda nada por lo que luchar. Su posible salvación llega con una oferta difícil de rechazar, la posibilidad de perder ese privilegio para, por fin, disfrutar de una vida común como la de cualquier otro ser humano.


La inmortalidad es un asunto que siempre ha interesado a la Humanidad. Peleamos y peleamos por retrasar cada vez más la fecha de nuestro fallecimiento, temerosos de un final que únicamente aporta incertidumbre y silencio. Por tanto, es algo venerado que cualquiera de nosotros podemos llegar a desear. Incluso el propio Lobezno se asusta cuando sufre heridas que no logra cicatrizar, consciente de que en cualquier momento puede llegar su final.

Pero más allá de este complejo tema, el entretenimiento y la acción copan la mayoría del metraje. Si bien la acción está perfectamente retratada (mucho mejor que en "X-Men Orígenes: Lobezno"), la emoción y el entretenimiento sólo lo disfrutamos a ratos. Los momentos emotivos no acaban de casar con el personaje y el predecible resultado deja un sabor de boca agridulce. Mejora la primera parte del personaje en solitario pero sigue a años luz de la patrulla X, lo que nos demuestra que a veces es mejor el trabajo en equipo que la actuación en solitario.


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