Han pasado 15 años desde el estreno de "Mary and Max", un fenómeno de la animación stop motion que nunca llegó a tener un estreno comercial en España. Su director, Adam Elliot, nos trae ahora su segunda película, "Memorias de un caracol", otra maravilla visual y argumental que nos regala un canto a la vida desde la tristeza, la soledad y la depresión
Hablar del director australiano Adam Elliot es recordar "Mary and Max", un título que, curiosamente, sin llegar a tener estreno en España acaparó una amplia legión de seguidores. En esta película la soledad y la amistad caminaban de la mano para lanzar un mensaje de optimismo. Sorprendía su carácter adulto y su oscura puesta en escena para ser un trabajo stop motion.
"Memorias de un caracol" hereda las virtudes y formato de su predecesora pero da un paso más allá. Su trama no se limita a la soledad. Desde el primer momento la tristeza se apodera de la pantalla y los problemas se encadenan de una manera natural. Parece que contar un drama desde la animación es menos triste pero Adam Elliot consigue traspasar las emociones del espectador. Sufres con los dos hermanos, empatizas con sus sentimientos y lamentas la selva en que se ha convertido la sociedad.
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